Andando en bicicleta en Nueva York me tomé un descanso en un parque al borde del río Hudson. Me compré un Snapple y me senté a absorber la vista. Siempre viajo con mi libreta para tomar notas y dibujar los espacios que visito. Al comenzar a dibujar la silueta de Manhattan, le puse atención a la mesa y algo de ella me llamo la atención. Era una mesa de acero inoxidable con bancos individuales integrados. La mesa no tenia una silueta pareja ni lados paralelos. La mesa era un polígono informal, cuyo perímetro a veces se proyectaba y a veces se plegaba a sí mismo para generar huecos dentro de la mesa. Así es que uno no siempre se sienta al lado y en frente de otra persona. En esta mesa uno se puede sentar entre dos personas sin estar sentado al lado de ellos. Esta mesa, que parecía inicialmente con una forma arbitraria, estaba diseñada para generar distintas dinámicas entre extraños en el espacio publico. De pronto me acorde que ya había visto esta mesa, en una conferencia en la universidad. Una conferencia del artista americano Allan Wexler. Una conferencia que disfrute muchísimo porque aquí estaba un diseñador, que trabajaba en pequeña escala, que siempre me ha interesado, y lo hacía desde el mundo artístico, lo cual le permitía poner funcionalidad en un cajón secundario. Mostró una barda entre vecinos que permitía que jugaran ping-pong entre ellos sin dejar cada uno su jardín. Mostró una escenografía para teatro de una casa que iba abriendo su fachada para mostrar su interior conforme los personajes iban mostrando su intimidad con el avance de la obra teatral. Pero el proyecto que más me cautivo era una intervención a un loft en Nueva York. La intervención consistía simplemente en un núcleo al medio del loft. El núcleo en sí tenia tres contenedores sobre ruedas que podían ser jalados para activar el espacio. Cada contenedor era como un closet astutamente diseñado para guardar todas las herramientas necesarias para habitar. Un contenedor era para cocinar y comer, con una silla, una mesa, una estufa, un lavabo y múltiples utensilios para cocinar. El segundo contenedor simplemente guarda una cama desplegable. Y el tercer contenedor astutamente organiza un escritorio, un equipo de sonido, una televisión y libros. Mientras el núcleo esta cerrado, el espacio del loft se mantiene neutral. En el momento que se jala el contenedor de cocina el espacio se vuelve una zona para cocinar y comer. En el momento que se jala el contenedor de la cama al espacio el espacio se vuelve una zona para dormir.
El proyecto me impresionó tanto que use su esquema para organizar mi propia casa. En mi casa no tengo contenedores que salen sobre ruedas pero tengo un contenedor central que contiene todos los servicios y el resto es espacio libre. De un lado, tengo la cocina haciendo de la zona de en frente la zona para comer. De otro lado tengo la cama con un closet que da cierta privacidad al espacio sin necesidad de puerta. De otro lado tengo un librero con mis libros que hace de la zona una zona de estudio. Del cuarto lado están los baños, el único lado con puerta y por lo tanto cerrado.
De Allan Wexler he aprendido que trabajar en pequeña escala puede ser tan complejo y satisfactorio como a gran escala. He aprendido que la funcionalidad no siempre es lo más importante. En ocasiones, la flexibilidad, la improvisación, y el humor se vuelven herramientas esenciales no solo para el diseño, sino para el mismo habitar.